El Gran Hermano y sus Émulos de Acá, Feliberto Pérez del Sol.

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Sakenaf, Santa Clara, Villa Clara, 11 de octubre de 2013, (FCP). Hoy más que nunca se advierten en Cuba afinidades entre el Estado y el mundo imaginado por George Orwell en su libro 1984. Sin embargo, hace tiempo que los cubanos vivimos en una sociedadorwelliana, o sea, esa donde pululan las actitudes totalitarias y represoras como las plasmadas en la célebre novela del escritor indio.

El pasado 6 de octubre, la televisión oficial, única disponible a la casi totalidad de los nacionales, trasmitió en el programa «Pasaje a lo Desconocido» un documental sobre el sitio digital Facebook.

En el intervalo dedicado a los invitados, uno comentó sobre cómo la correspondencia enviada a través de esta red social podía ser revisada sin cortapisas por la empresa estadounidense que la gestiona.

Ante cada reprensión a la entidad norteña florecía una gustosa sonrisa en los labios de Reinaldo Taladrid, locutor de dicho espacio televisivo. Debo advertir que aunque el tema me atraía apagué el televisor, pues horas antes había sido objeto de un acto similar al que trataban los panelistas, solo que la institución involucrada no era estadounidense ni era solo una. A continuación se los narro.

La mañana del citado día transcurría como la de todos los domingos de los dos últimos años: Un valeroso grupo de mujeres pertenecientes a Las Damas de Blanco intentaba asistir a misa y la Seguridad del Estado (Policía Política) lo impedía arrestándolas. Después, una cifra semejante y no menos osada de amigos se personaba en la estación policial conocida como La Quinta, hasta que eran liberadas.

Ese domingo llegué algo tarde, pero quienes llegaron antes fueron golpeados por Pandillas Para-policiales y efectivos militares de las Brigadas Especiales. Luego los arrestaron por el solo hecho de intentar acudir a dicha entidad a acusar al citado servicio de inteligencia, esta vez por violar las propias leyes cubanas. No obstante, corrí la misma suerte que mis compatriotas.

Recibí mi porcentaje de insultos, amenazas, empujones y golpes, e inmediatamente me trasladaron a uno de los tantos cuarteles que posee el régimen castrista en la ciudad de Santa Clara, en este caso para la Unidad Provincial de Investigaciones Criminales y Operaciones (UPICO). Allí se me asignó una nueva tortura: Fui colocado al sol cerca de una hora dentro del carro policial 255, con las manos esposadas a mi espalda.

Luego de ser liberado, tras no haber cometido más delito que acercarme a una estación de la Policía Nacional, se me hizo entrega de los bienes que portaba cuando me detuvieron. Al revisar el teléfono celular descubrí que mi archivo de contactos telefónicos, y otros datos, habían sido borrados del mismo.

Confirmé así algo que la mayoría de los cubanos sospecha: La Empresa de Telecomunicaciones de Cuba S.A (Etecsa), facilita información de sus clientes a la Policía Política. Digo esto porque no veo otro modo para acceder al interior de mi teléfono, el cual estaba apagado y necesitaba un código Pin para hacerlo funcionar, y en el contrato que hice con dicha empresa esto no se detalla.

Al llegar la noche y oír en televisión como Facebook accede a lo que intercambian sus usuarios, recordé lo vivido durante el día. Me acordé del mundo ideado por George Orwell en 1984 y de aquella sociedad orwelliana de gobiernos autoritarios que espían excesivamente a sus ciudadanos y ejercen total control sobre ellos, pero más que nada advertí cómo el proceder del Gran Hermano tiene émulos por acá que procuran aventajarlo.

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