La Gran Porfía Histórica ( I ), Ramón Jiménez Arencibia.

Ramon.jpgEl Condado, Santa Clara, Villa Clara, 21 de marzo del 2014, (FCP). En encuentros de jefes de Estado y de gobiernos, en conferencias de prensa de líderes políticos y religiosos, en intervenciones de funcionarios y personalidades públicas, existe una constante, el diferendo Cuba-Estados Unidos. Alrededor de este tema, la izquierda del Continente ha elaborado su plataforma política exterior.

Es lamentable que en los últimos tiempos, muchos de los presidentes de la región, algunos del Medio Oriente y otros de África, se hayan sumado a la larga lista de cómplices del totalitarismo cubano. Bochornoso es el papel jugado por los representantes de estos países en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, ciegos ante las realidades que vive el archipiélago cubano.

Los Estados Unidos de América, durante más de medio siglo, ha mantenido una postura de intransigencia ante la tiranía cubana. Han sido la voz del pueblo de Martí y de Maceo, en los foros internacionales. Apoyan a la disidencia cubana de múltiples formas, y sus ciudades son refugio para los miles de patriotas que escapan del terror rojo.

Contra la nación americana y su gobierno se lanza toda la izquierda de los diferentes continentes, el odio a la libertad del individuo, y a la democracia representativa los une. Lloraron la expulsión del Socialismo real de la antigua Unión Soviética y de los países de la Europa del Este y se resisten a aceptar como inevitables, las futuras derrotas de gobiernos como el de Siria y Venezuela.

Utilizan la tribuna en Ginebra, para lanzar dardos venenosos contra la posición adoptada por el gobierno estadounidense. Acusan a éste de intervención en los asuntos internos del país sudamericano, de que apoya a los grupos violentos de la oposición con el objetivo de desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro y abrir el camino a un golpe de Estado.

Fiel discípulo del octogenario Comandante Fidel Castro, el presidente venezolano, cumple al pie de la letra las enseñanzas recibidas de su maestro. Acusar al «imperialismo» de los fracasos tantos internos como externos que coseche el gobierno bolivariano. Señalar que las acciones espontáneas de protestas producidas, fue producto de una conspiración externa.

Hoy en día, Nicolás Maduro es el líder de la izquierda más extremista del continente, junto a él en sus aberrantes posiciones marchan Raúl Castro, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega. No muy lejos caminan, la presidenta de Argentina, el de Uruguay, y otros de la izquierda vegetariana que llegaron al poder recientemente.

El mensaje de la izquierda contemporánea recoge en todos sus programas la lucha por un mayor protagonismo del Estado en la vida económica de los países. Esto se llama Estatismo. El apoyo abierto al régimen obsoleto y disfuncional de Cuba, la libertad de los 5 espías de los cuales solo quedan tres encarcelados, y el apoyo irrestricto al gobierno genocida de Siria.

Ya en esos documentos no mencionan el enorme deterioro de la educación y servicios médicos. En ellos se refieren aún al ejemplo de internacionalismo, que nunca existió. La propia historia de los convenios comerciales, que Cuba ha firmado con esas naciones, aunque omitan la palabra venta de servicios, es en realidad lo que existe. Otra cosa es pura fantasía.

A veces estos trasnochados soñadores del Socialismo del Siglo XXI, se empeñan en esconder los fracasos del sistema político y económico cubano. Pretenden ignorar las palabras de Raúl Castro, en el Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba, cuando manifestó que gracias a los ingresos monetarios de los médicos que laboran en el exterior, el país se mantenía.

No obstante se mantiene una intensa campaña por todos los medios de comunicación, donde se presenta a Cuba, como el país agredido y respetuoso de las normas internacionales. Para ellos este archipiélago nunca envió hombres y armas a varios países de diferentes continentes, para imponer un sistema de gobierno marxista y supeditado a Moscú.

África es testigo de estas intervenciones, también las selvas, montañas y llanos de la América Latina, que cobijaron el mercenarismo cubano. Las acciones terroristas desarrolladas en las ciudades contra esos gobiernos que no eran amigos de Castro, encontraron en el gobierno totalitario cubano el más firme aliado.

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