La Navidad en Cuba, Carlos Valhuerdi Obregón.

Santa Catalina, Santa Clara, Villa Clara, 23 de diciembre del 2010, (FCP). Una de las fiestas más universales y que ha traspasado los límites de lo estrictamente religioso es la Navidad. Festividad que alcanza a algunos no cristianos, porque se ha convertido en la celebración de la fraternidad humana, aunque para los seguidores de Cristo tenga un matiz más profundo, pues indica el nacimiento del Hijo de Dios hecho hombre.

En Cuba estas festividades fueron suprimidas al llegar los comunistas al poder. En esta isla del Caribe el terror totalitario persiguió y discriminó a aquellos, que se atrevían armar un Árbol de Navidad, por esas fechas el gobierno dividía a las familias: los hijos en escuelas al campo, los esposos movilizados para la caña y otros en el servicio militar.

Por 30 años se eliminó del calendario cubano el día 25 de diciembre como feriado, se atacó a la religión desde las escuelas con concepciones pseudocientíficas, se segregó a los creyentes a los que se les impidió muchas veces estudiar y ocupar cargos técnicos de su especialidad. Los cristianos comenzaron a ser tratados como ciudadanos de segunda.

Planteaba Félix Varela: «No hay Patria sin virtud ni virtud con impiedad», en Cuba, después de 1959 floreció la impiedad a pasos acelerados, esto contribuyó a la pérdida de los valores cristianos que tanto molestaban al joven dictador Fidel Castro, para sus propósitos reflejados en La Internacional de «Que nosotros mismos haremos nuestra propia redención».

Al perderse estos, pudo ejercer un sometimiento mayor en la población, exigiéndoles una sumisión, que sólo se debe ofrecer al Creador. Arengas con marcada idolatría se divulgaron por todos los medios de comunicación, recuérdese aquella que expresaba: «Donde sea, como sea y para lo que sea, comandante en jefe ordene».

Cabe preguntarse: ¿Qué hubieran hecho los primeros cristianos ante una situación como esa? Es preciso recordar que los emperadores romanos se autonombraron Augustos o sea venerable, lo que devino en divino y exigieron un trato reverente de dioses, por lo que los seguidores de Cristo prefirieron el martirio en las arenas del Coliseo Romano antes que la idolatría.

Sin embargo, los cubanos en su mayoría se plegaron ante las amenazas gubernamentales y el temor a perder lo poco que tenían por lo que repitieron esas consignas hasta el cansancio. «Cambiaron la gloria de Dios inmortal por la imagen del hombre corruptible…adoraron la criatura en lugar del Creador», (Rom 1, 23 y 25).

El papa Pio XI alertó a la humanidad de los totalitarismos, que han pretendido suplantar al único y verdadero redentor, con su Encíclica «Divino redentor». En ella calificó al comunismo como: «Intrínsecamente perverso», pues daña a la sociedad en lo más profundo de su conciencia, se puede constatar esto en Cuba después de casi 52 años de esclavitud castrista.

Aquí se ha dañado no sólo la economía en una crisis sin precedentes, sino también al hombre, tanto en su dimensión humana por la pérdida de valores como en la social, pues se encuentra dañado su núcleo fundamental, la familia. Todo esto repercute en la formación de seres humanos indolentes, enajenados e indiferentes, sin sentido cívico, ni patriótico.

Con la caída del socialismo real en Europa, a los comunistas cubanos no les quedó más remedio que permitir algunas cosas, entre las concesiones hechas estuvo el comprometerse con el papa Juan Pablo II en su visita a la isla, a devolverle el día de Navidad como feriado al pueblo de Cuba. Eso sí, pero sin decirle una palabra a nadie del porqué es feriado ese día.

Este año la Navidad para los cubanos se presenta más sombría que de costumbre. El gobierno amenaza con despidos masivos, ancianos y minusválidos perdieron toda ayuda por Asistencia Social, los atracos, robos y violencia van in crescendo, la cuartilla de racionamiento tiende a desaparecer y el llamamiento al VI Congreso del Partido augura más de lo mismo.

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