Un recorrido por Villa Clara

Cuartel policial en Manicaragua, Villa Clara.

Interior del teatro La Caridad de Santa Clara, donado a la ciudad por su benefactora Doña Marta Abreu de Estevez.

Sala de teatro «Margarita Casallas», contigua al célebre Mejunje en calle Marta Abreu entre Zayas y Lubián en Santa Clara.

Terminal de Omnibus Intermunicipal de Santa Clara, nótese la escasa zona de parqueo.

Terminal de Trenes tremendamente concurrida, esta es otra de las muchas obras donadas a la ciudad por su benefactora.

El Mayor Donativo, que Marta Nos Dejó (I), Feliberto Pérez Del Sol.

Sakenaf, Santa Clara, Villa Clara, 2 de septiembre de 2010, (FCP). El próximo 8 de septiembre, arribará a su aniversario 125 un local, que por su significado histórico cultural, posee para los santaclareños condición de valioso. Ese día, en el lejano 1885, se inauguró el teatro «La Caridad», el mayor donativo dejado por Marta Abreu, a su ciudad natal y sus coterráneos.

Al abrir sus puertas la regia instalación, se hacía realidad otra iniciativa de la ilustre Benefactora, pretendía ahora, con los fondos recaudados hacer obras caritativas y perpetuar así, la memoria de sus padres. Por ello, el pensamiento misericordioso de la dama y la profunda veneración popular, hacia la Virgen de la Caridad del Cobre, hoy patrona de Cuba, convergen en el nombre del teatro.

Como el nuevo recinto ocupó el sitio de la otrora Ermita de la Candelaria, se decidió, para ligar su vestigio y dar un sentido de permanencia, que fuera impresa la imagen de la extinta iglesia, sobre el telón de entre actos de la nueva sala.

Una gala solemne, donde estuvieron presentes figuras del arte y las ciencias locales, además de la propia Marta, matizó la jornada inaugural. A escena subieron esa memorable noche, un grupo de aficionados locales con la obra «Los lazos de la Familia», seguidos del artista filipino, Camilo Salaya, quien leyó la poesía «A Villa Clara» y se cerró la noche, con la polska «La Pasionaria».

El propio Salaya, se encargó de la pintura del teatro y decorar su cielo raso con alegorías de tamaño colosal, que encarnan al genio, la historia y la fama posados sobre Cuba. Creó, retratos de los dramaturgos Calderón, Ayala, Tirso de Molina, Moratín, Alarcón, Echegaray y la Avellaneda, así como una pintura con escenas de las obras clásicas «Otelo» y «La Careta Verde».

Asimismo, el escultor y pintor cubano Miguel Medero, hizo los bustos de Calderón y Echegaray, mientras que el escenográfo español Miguel Arias, laboró en los diversos telones y la decoración. Por su parte, el italiano Boosi, mostró su ingenio en el decorado a relieve situado en la abertura del tablado y en un grupo escultórico, situado en el frente del edificio, no conservado hoy.

Remata ese frontón, una lira rodeada por una corona de laureles, que le dan mayor notoriedad a la edificación, pues como esta es el distintivo de los poetas, a ellos, más que al canto, se destinó el teatro en sus inicios. Sin embargo, este fue siempre una fuente de cultura para la ciudad, pues por su escenario desfilaron los artistas y compañías más destacadas de aquellos tiempos.

Allí se cantaron óperas de la talla de «Aída», «La bohemia», «El trovador», «Rigoletto», así como las operetas «La Viuda Alegre», «El Conde de Luxemburgo», «La Casta Susana» y otras no tan famosas. La zarzuela fue representada entre otras, por «La Revoltosa», «La Verbena de la Paloma», «La Alegría de la Huerta» o «Los Corsarios», mientras el género dramático subió a escena «Tierra Baja» o «El Conde de Montecristi, por citar algunas.

Entre las figuras del arte mundial vistas en la lujosa sala, figuran el tenor italiano Enrique Caruso, Sara Bernhardt, la actriz francesa más célebre de su época y Pastora Imperio, bailadora y cantora gitana española, figura mítica en su género. Se les suman, la cantante mexicana Esperanza Iris, Pedro Vargas, las actrices hispanas María Guerrero y Margarita Xirge y un sin número de personalidades.