Preámbulo de Mayores Cambios, Ramón Jiménez Arencibia. .

El Condado, Santa Clara, Villa Clara, 28 de octubre del 2010, (FCP). No es extraño presenciar en cualquier esquina, cuadra, centro de trabajo y de estudio, en esta ciudad de Santa Clara recurrentes debates. En particular en el Barrio del Condado no sólo se limitan a enfocar los problemas cotidianos que enfrentan a diario, sino que sugieren ideas para transformar la realidad y dejar atrás la crisis.

Con esa inteligencia innata en el cubano, habla con menos temor que años atrás, se expresa con plena lucidez, como quien sabe el papel llamado a jugar en el futuro. Las discusiones y comentarios son abiertas, sin moderador, cada uno expresa lo que piensa, sin el miedo a posibles represalias.

En estas conversaciones entre los cubanos de a pie, el tema de la macroeconomía ocupa muy poco espacio. Casi toda la discusión gira en torno a los problemas de la microeconomía. Se menciona con fuerza, la eliminación de la cuota de cigarros de la Libreta de Ventas de Control de los Alimentos.

Especulan sobre la forma en que van a desaparecer lentamente otros productos, el jabón, la pasta, antes fueron los chicharos, hasta dejar sólo el arroz por un tiempo. Ellos en estas tertulias, que se celebran espontáneamente en la cola de cualquier mercado, manifiestan su inconformidad con las medidas.

¿Qué alegan?, no existen las condiciones mínimas para que eliminen la Libreta, ya que eso va a condenar al hambre a miles de personas de muy bajos ingresos. Es opinión unánime de estos hombres y mujeres del pueblo, que en primer lugar deberá crecer la producción de forma ininterrumpida, que baje automáticamente los precios, mediante el mercado de oferta y demanda.

Pero este no es el único material de discusión, leen todas las mañanas la prensa en el estanquillo, que esta ubicado en un extremo del mercado. Discuten vivamente los escritos que aparecen en la Sección Cartas a la Dirección del periódico Granma. Desde la esquina participan en el debate al que se han invitado.

Participar en el debate, expresar lo que se piensa sobre importantes problemas por los que atraviesa el país, constituye un deber y un derecho de todos. El millón y medio que queda sin empleo, la reducción del gasto público, la eliminación del tratamiento salarial a interruptos y disponibles, son entre otros los temas a discutir.

Otros de los tópicos que invitan al debate, son la ampliación del trabajo por cuenta propia y la entrega de tierras en arrendamiento a campesinos particulares. De nuevo en estos escenarios donde el cubano se siente libre al hablar, se censuró mucho el papel del Estado como formador y regulador de los precios.

Deben dejar a los cuentapropistas, que pongan en práctica sus incontables iniciativas, sin cortapisas de ninguna índole ni las agobiantes trabas de que son objetos. Se debería promocionar entre ellos la organización de pequeñas empresas comerciales, industriales y de servicios, fuera de la interferencia del Estado, que ha demostrado su ineficiencia como rector económico.

Los debates entre vecinos de un mismo lugar, en los que no participan organismos políticos de ninguna índole, se desarrollan espontáneamente en cualquier esquina. Los criterios que allí se vierten expresan los sentimientos profundos del cubano, el cual aspira a que estos pequeños cambios sean el preámbulo de mayores.

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